A própósito de la cercanía de celebración del Dia del Amigo, escribo estas reflexiones que invito a compartir y también a completar, ya que uno mismo no sabe todo de lo mucho que otros pueden saber.
¿Cuantas veces nos ha pasado que súbitamente nos despertamos un día con un estado raro, «bajón» que se le suele llamar, atribuible a nada en principio? Seguidamente, nos sigue rondando. Así las cosas, nos preguntamos: ¿qué me pasa? Y empezamos a asociar y asociar hasta que en el mejor de los casos damos con un dato que unido a otro, conduce al enigma. ¿Qué me pasó, adónde estaba, con quien para esta fecha?
Uno hace historia en su vivir, la propia y la de los demás con quienes comparte tiempo. Las buenas cosas vividas y tenidas, también las ausencias, abandonos, pérdidas, todo va a parar al mundo emocional que nos habita en donde reside lo amado, también lo odiado, lo temido y también lo más negado, a la vez reprimido. El síntoma (bajón) está ligado a lo reprimido y a su retorno que nos vuelve a poner en la intemperie. Y nos afecta, ya que uno hace el ofrecimiento del cuerpo al malestar como también lo hace a la enfermedad, llegado el caso. No olvidar que Tánatos es inclemente!
El bienestar y la alegría vinculada a las buenas cosas vividas y que por lo tanto arrojan buenos recuerdos, es algo que llena como no lo es aquello otro que arrasa y nos deja vacíos. Eso!, es lo que hay que duelar, y que no siempre se puede. El retorno de lo bien vivido, se mostrará meramente como nostalgia, y lo otro como angustia! Esto último indica…que aquello otro no está debidamente reparado, por eso flitra… como las lozas de un edificio.