Mucho, que nunca será «demasiado» se escribe y se escribirá respecto de este día, marcado para una celebración. Que son todos los días de la vida de una mujer, es este caso señalado del 25 de noviembre, pero de todos los seres humanos victimas de violencia por extensión.
Quiero aunarme, desde ya, pero lo deseo hacer desde una posición tal vez más bien dura y crítica de nosotras mismas, y no tan palmeadora de espaldas, que de eso ya hay bastante y tal vez sirva de poco. A la vista está con el creciente número de victimas. Y con la degradación creciente de la figura femenina a la que mujeres jóvenes de hoy se dedican un poco cada día.
Lo he dicho ya muchas veces que quienes nos dan vida también nos enferman, o sea, nos han enfermado en el sentido de instalarnos un modo de ser ante la vida que repetiremos a modo de carma simbólico. Esa maldita acción de ser como aprendimos, sin analizar sus posibles errores y entonces, sus correciones. Terrible tragedia la de quienes hemos vivido en un clima familiar bélico, de amenaza incierta pero latentemente presente. O la otra de una terrible calma » aqui no pasa nada» para en el fondo justamente no significar nada para ese Otro. Que tambien es violencia. Eso marca… y condena a su repetición, que estará en cada acto de nuestra propia vida, justamente porque va apoyado en los fantasmas amenazantes de la desidentificación con lo aprendido. De suyo va, que eso indica y a la vez condena a ser lo que debemos ser, segun la pauta y lo que fue marcado por la crianza. Por tanto, de no ser una mujer al modelo de aquella/as que nos tocaron de cerca, es como si no hubiese otra forma de ser mujer. Aunque nos creamos que lo estamos intentando. Grueso error.
¡Definitivamente somos lo que hacemos con nosotros mismos! Se debe trabajar el «ser persona» ante uno mismo y ante los demás. Ser mujer se asienta en la antesala de ser persona. ¿Qué BASTA podría decretarse en un clima disarmónico con un Otro si antes no tenemos instalados el NO dentro nuestro?
El sufrimiento psíquico tiene un enorme potencial creativo si lo trabajamos. Y el psicoanálisis propone trabajarlo, no suprimirlo (autoayuda). Un sujeto y su Verdad está en su inconsciente, no en su conciente. Lo que concientemente manejamos de lo que nos pasa, se asienta en lo que aún no sabemos de nosotros mismos. Por eso es que no logramos resolver lo que nos pasa. ¿Qué hace que una persona, mas alla de sus posibilidades de exilio de un lugar hostil, que por su maltrato la daña, permaneza allí? En ocasiones, hasta un punto en que la cabeza le de cita al cuerpo a traves de la enfermedad? Pues la puta repetición y su desconocimiento. A lo que se suma el desconocimiento de sus propias facultades individuales. Y el miedo absoluto a quedar solo/a, y mostrarse como tal. -«Estoy sola», dicen muchas mujeres como si les faltara un pierna o uno de sus dos hemisferios cerebrales. Y así salen a buscar esa «completud» . Es preciso «aguantarse» la soledad para adquirir un mejor registro de lo que tenemos adentro y de lo que nos pasa. El amor es una construcción y no se confunde con un refugio ni mucho menos con una calentura. A ver si lo entendemos de una vez mujeres:
¡Sólo uno tiene las riendas de su propia vida, para así constuir su propia obra! Que el Otro sume, no que nos reste.
lo que mata son los celos y la obsesion saludos andrea