Ya en los tiempos prepandémícos precedentes o del pasado reciente, el Amor mostraba ciertas marcas. Hoy en día, con la pandemia que funciona como lo haría un taladro, sus mechas perforan a sus víctimas según sea su vulnerabilidad. La Vida, así como hoy la tenemos, nos hace daño. Hay una diferencia fundamental entre la forma de ser y estar en la vida propia adonde se elige como vivirla, y esta forma obligada de «tener que estar» forzados, anulados nuestros entramados deseantes, lo que nos conduce a una sensación de mundo ruinoso toda vez que quedamos atrapados en el sostenimiento de lo insatisfactorio.Y con la paradoja de deber tomar distancia de las cosas placenteras de la vida, para «cuidarla». Los destinos de deseo nuestro quedaron interferidos al ser apropiados por la pandemia más el desastrozo e inoperante de su tratamiento hecho, bajo la hegemonía de la «orden médica». Una ciega y sorda mortificación que no midió los efectos psicológicos, tampoco los económicos, que producía. Hemos asistido a una especie de terrorismo sanitario, un abusivo estado de emergencia que hizo estallar los puntos vulnerables de la condición humana y de la economía. Torpezas! porque siempre que se tomen medidas se debe evaluar si es posible llevarlas a cabo. Es algo muy conocido que no todos los profesionales médicos se llevan bien con los mandatos de salud psicológica. Y resulta llamativo cómo se ha banalizado ese daño y sus efectos sobre la población. Oigo denostar a la corporación médica.
Me asombró la total ausencia de profesionales de la salud mental dentro del gabinete sanitario asesor, lo que tampoco se explica. Habría habido sin dudas moderación, acompañamiento, sugerencias, propuestas de sostenimiento social. Todo lo que no se vio y sí hasta el hartazgo desfilar por todos los medios de comunicación tan solo la opinión médica, tal como si el humano solo fuera un soma. Muy atrás en el tiempo quedó aquella Psiquiatría sólo ejercida por médicos prescriptores del encierro manicomial al que se le adicionaban prácticas agresivas (electroshock, maneas, duchas de agua helada etc). Y fue el notable aporte de la Psicología y el Psicoanálisis, hace ya mas de un siglo, lo que permitió crear un Psiquiatría Moderna que se va adaptando a las realidades sociales y sus cambios. Todo lo que funciona bien pero no se entiende por qué no estuvo, tal como si fuera algo prescindible.
En la sociedad, la drástica e imprevista suspensión de contacto con las respectivas relaciones sociales de todo tipo (familiares,laborales, escolares, deportivas, etc) produjo ansiedad, angustia, frustración, desmotivación. Fue así como entró en vigencia la fatídica reacción circular «todo lo que amenaza angustia, y todo lo que angustia amenaza». La vida tiende a cosificarse cuando se le quita el contacto humano, que cuando es saludable, provee la liberación de oxitocina , casualmente llamada «hormona del amor». El cuadro de vida habitual subitamente cambió, generando intolerancia psicológica y somática de lo que los síntomas dieron cuenta, probado como está la relación entre la carencia de contacto afectivo con la baja inmunológica, por depresión reactiva. La gran mayoría andamos solos, condenados a ser una muchedumbre solitaria. Son tiempos del acompañante contrafóbico «Rivotril», «Alplax», «Somit» para inducir al sueño que se resiste en llegar, u otros.
También capturado por la amenaza, el amor se agujerea en el desamor de los geriátricos, o cuando nos impide asistir y acompañar al cercano que se infecta, o despedir al fallecido. Cuando un niño extraña a sus compañeros del colegio y a su maestra, en fin agujeros en la emocionalidad del infante que no volvió más a su eden, el jardín! Es inentendible que no se provea a través de los medios recursos paliativos, y se hable todo el tiempo del valor del dolar y los tropiezos de la economía o de las macanas que hacen los políticos y funcionarios.
A los mayores de tercera edad nos castigó fuerte esta pandemia más su cuarentena interminable. Teníamos un vida armada en base a rutinas que nos auxiliaban ante la pérdida de potencialidades. A pesar de ser muy resilientes, merced a tener una carga de vida por detrás, invadió la desesperanza, la apatía y el desinterés que es lo que sumerge en la vejez prematura. Lo que tampoco fue atendido debidamente ni se oye adelantar proyectos a este estamento social dedicado. Hay que intentar tener una psicoterapia de sosten, el decir, el oirse diciendo, el ser oido y escuchado es imprescindible!, ya que todo indica que habrá que seguir siendo resiliente y para eso se requiere soporte. Dicho de otro modo, tendremos por delante un tiempo más de aguantar esta vida boba.
Inmaculada descripción de lo que estamos atravesando, que afecta a todas las edades, a los mayores, como bien decís, y a los jóvenes por la desesperanza de un buen futuro porque el mundo que les espera esta muy mal.