La psicóloga Alicia Antonia Crosa analiza hoy en el Club Diario el impacto psicológico de la crisis | La respuesta a una situación catastrófica debe arrancar del propio individuo, según la experta, que destaca la importancia de la resiliencia
Cristina Martín | Ibiza
Alicia Antonia Crosa coge la crisis y la disecciona como a una rana. Más bien destripa los mecanismos psicológicos que funcionan como un engranaje y han colocado a la sociedad en una posición determinada en la que nos ha sorprendido y asaltado la crisis. Por algo es psicoanalista.
Así, Crosa explica que la crisis empezó a armarse hace tiempo, cuando los ciudadanos se metieron en masa «en la boca del lobo», o lo que es igual, «en la boca del goce»: un goce perverso destinado solo a «obturar el vacío existencial» a base de consumo y más consumo, de conquistas amorosas rápidas y superficiales. A eso nos ha llevado «esta economía desamarrada basada en exaltar todas las formas posibles de goce [perverso]», asegura esta psicóloga argentina, que expondrá esta tarde en el Club Diario (20 horas) los mecanismos que nos han conducido al abismo como simples lemmings.
El efecto imitación es fundamental para activar esa vorágine de más consumo, más gasto, más crédito, más riesgo: eso de «si mi amigo o vecino se ha metido, pues yo también, por qué me voy a quedar fuera de este sistema», explica Crosa, que subraya el papel que desempeña la televisión, a la que califica como «una desgracia»: «La imitación es el mecanismo psicológico que está inmerso en el marketing y en la propaganda. La gente mira demasiado la televisión, así alimenta su cuota imitativa. La televisión nos impone un modelo de ser y una aspiración: hay que llegar a ser eso, el que tiene el mejor coche, el que usa la mejor chaqueta, consume los mejores productos alimenticios…», agrega.
Créditos que son cadalsos
«La gente se mete en créditos y en más créditos que yo llamo adelantos de felicidad que en el fondo son un cadalso. Obviamente eso está dirigido por grupos privilegiados de la economía, la banca, concretamente», revela Crosa, que insiste: «No es lo mismo el deseo que se impulsa desde dentro y que nos lleva a elegir en función de nuestra decisión que el deseo que nos activan desde fuera». A los efectos perniciosos de la imitación en la época precedente a la crisis, la psicóloga suma los de «la mirada», la necesidad de ser mirado: «El sujeto que no muestra no es, entonces hay que tratar de ponerse a la altura de lo que el otro es. Ser objeto de mirada aumenta la autoestima», indica, pero advierte de que «esto va a llenar la mirada pero no va a llenar para nada al ser. Va a obturar provisoriamente un vacío de existencia».
En este punto, cuando la ciudadanía se ha metido en la boca del lobo, «del goce perverso», la cruda realidad «nos hace tomar conciencia a golpes de que hemos metido la pata y ¿qué pasa cuando hay una sociedad entera que mete la pata? que sufre las consecuencias nefastas, demoledoras del castigo por haber metido la pata. Bueno, llegamos a este estado de crisis emocional colectiva, en la que se desea lo que no se tiene y se tiene que tener lo que no se desea, que es lo que estamos viviendo hoy».
La «vacuna»: conocerse
Crosa sostiene que la «vacuna» para no caer en estas trampas es el conocimiento de uno mismo y cómo está «armado» el propio individuo interiormente: «Hacer psicoanálisis es una forma de vacunarse porque es el único mecanismo para conocerse. Conocer cuál es el verdadero deseo de un sujeto y no dejarse llevar por el deseo que viene de afuera».
«El efecto de imitación tiene un efecto muy pernicioso en el sentido de conducir hacia donde quieren que vayamos, pero no todo el mundo se deja llevar, hay gente que tiene un conocimiento de sí que es fundamental. Uno tiene que conocerse porque si no entramos en estas cuestiones que llamo patologías del vacío –insiste la psicóloga–. Uno queda en vacío afuera pero porque antes estaba vacío adentro. La gente descuida su estado interno».
El pasado miserable de España, de inmigrantes huyendo en masa de la pobreza, es un fantasma que pesa en el inconsciente colectivo y que empujó «a la sociedad a un bienestar ilusorio basado más que nada en el tener», según Crosa, que señala que «cuando hay que apretarse el cinturón porque la cosa no da como antes entonces ese fantasma se agiganta».
Tras el diagnóstico y la explicación de cómo se ha llegado hasta aquí ¿qué se puede hacer? «Hay que prepararse para perder en una situacion como la que estamos, pero eso es un estado psicólogico al que no se llega así como así. Ante una situación catastrófica hay que aprender a ser resiliente, que es la capacidad de adaptación a situaciones adversas, aprender a tolerarlas y hasta ver qué se puede construir con esa adversidad. Hoy no queda otra», sentencia esta psicóloga inquieta e infatigable, nacida en Buenos Aires en 1943, que mantiene una intensa actividad. «Nada se gana con echarse en la cama. Hay que tratar de buscar cuál es la salida desde lo individual, porque no todos los casos son iguales», agrega.
La crisis está fuera, pero la respuesta está en uno mismo: Crosa considera que cada uno debe encontrar dentro de sí «herramientas que desconocemos. Cuando uno vive aturdido con el afuera ha descuidado el adentro». «Siempre digo ‘no importa el amo, importa el esclavo’: qué es lo que hace el esclavo con ese amo», concluye la psicóloga.
Crosa subraya la importancia de las movilizaciones ciudadanas como expresión de solidaridad para formar «un cuerpo de protesta que conmueva a la clase dirigente», que es quien posee los instrumentos para solucionar los problemas: «No los tiene el perjudicado, siempre los tiene quien ha perjudicado».
Diario de Ibiza